REFLEXIONES
Columna de opinión del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal, IDPYBA.
Hace pocos días los equipos veterinarios del IDPYBA llegaron a lo que presuntamente era un matadero ilegal de ganado en la localidad de Suba.
Durante el operativo, el equipo médico del Instituto emitió concepto desfavorable sobre la condición médica de 19 terneros y 22 ovejas, que fueron encontrados vivos en el sitio, razón por la cual las autoridades competentes decidieron la aprehensión de dichos animales y el sellamiento temporal del establecimiento hasta que se llevara a cabo la investigación garantizando el debido proceso.
La pregunta es: ¿Por qué razón encontramos sólo terneros machos y ovejas viejas embarazadas en el sitio? La respuesta es contundente y hace que empecemos a reflexionar en la ética de nuestra industria alimenticia: Son animales de descarte.
La raza de los terneros encontrados, Holstein, es una raza eminentemente lechera. Eso significa que las terneras hembras son las más apetecidas por el mercado de leche, a las que se les da toda la atención desde el momento de su nacimiento.
Por el contrario, los terneros machos son descartados y en algunos casos separados de sus madres inmediatamente se registra su nacimiento. ¿Por qué razón?
“Muchas razas lecheras, como la Holstein, Ayrshire y la Jerhol, no tienen una buena conversión para carne comparadas con razas cárnicas como el Angus o Hereford. Esto hace que los machos lecheros tengan bajo valor en el mercado cárnico, especialmente si no se destinan a sistemas de engorde específicos”, según fuentes de internet.
Criar un ternero implica costos de alimentación, alojamiento y cuidados, por lo cual muchos productores optan por no criarlos. Separándolos de sus madres y vendiéndolos a costos realmente pequeños, se minimizan gastos en una medida eminentemente de economía.
La suerte de un ternero macho está jugada antes de su nacimiento. El destino de la mayoría es ser vendidos a cualquier precio para ser sacrificados cuanto antes.
Si son rescatados por las autoridades, igualmente están condenados a muerte ya que necesitan del calostro, o sea la primera toma de leche después del parto para generar su sistema inmune. Al ser separados de su madre al momento de su nacimiento no reciben los anticuerpos o inmunoglobulinas, algo que se llama “inmunidad pasiva”, siendo condenados a morir a las pocas horas por SEPTICEMIA.
¿Quién es el culpable? Lo grave de esto es que no se puede señalar a ningún culpable con nombre propio. Ni empresa ni persona; si hay responsables somos todos, aquellos que con el consumo no reflexionamos sobre las consecuencias para los animales al ser vistos tan solo como elementos de consumo.
Los mismos que condenamos el hecho, somos los financiadores de esta actividad. La misma sociedad que señala, consume a diario los productos de nuestro esquema de ganadería lechera.
De los terneros sobrevivientes al presunto matadero ilegal de Suba y que pudieron superar todas las carencias antes explicadas, el IDPYBA tiene proyectado darlos en adopción a personas que los quieran tener en sus fincas garantizando su vida libre y saludable, rodeados del amor humano.
¡Tú también aportas en la protección y el bienestar animal!
#amorporlosanimales