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perro con collar en la UCA

Kira Rizada: Una historia de resiliencia y amor

#MiércolesDeSeguimiento.

En el corazón de la localidad de Los Mártires, específicamente en el barrio Santa Fe, donde las historias de abandono suelen quedar en el olvido, apareció Kira Rizada. Con su pelaje castaño y un espíritu noble, esta perrita mestiza de tres años desafió las probabilidades y se aferró a la vida con una fuerza que conmueve.

Su historia comienza con una intervención del Escuadrón Anticrueldad, quienes la rescataron de una situación de negligencia que dejó cicatrices profundas en su cuerpo y su alma.

Cuando Kira llegó, su estado era desolador. Su delgada figura revelaba huesos prominentes; su desnutrición era tan extrema que su condición corporal fue evaluada en uno sobre cinco, apenas una sombra de lo que alguna vez fue. Sin embargo, sus ojos, aunque cansados, aún guardaban una chispa de esperanza, un brillo que sería el motor de su recuperación.

Su primer destino fue la clínica operadora, donde los veterinarios trabajaron incansablemente para salvarla de un estado crítico. Allí, en la delgada línea entre la vida y la muerte, comenzó su transformación. Al superar este primer obstáculo, Kira fue trasladada a la unidad de cuidado animal, donde el verdadero milagro empezó a gestarse.

Con un programa de nutrición especialmente diseñado para ella, Kira comenzó a recuperar peso y vitalidad. Día tras día, las costillas dejaron de ser visibles, y la masa muscular volvió a su cuerpo. Su pelaje corto y brillante se convirtió en un reflejo del cambio que experimentaba por dentro. Pero más allá de su transformación física, lo que asombraba a quienes la rodeaban era su carácter. Kira, pese al abandono y el sufrimiento, era dócil, tranquila y profundamente amorosa.

Una de las cuidadoras que la acompañó durante su proceso recuerda un momento que la marcó para siempre: “Cuando le daba comida en cuarentena, nunca se abalanzaba sobre el plato. A pesar de su hambre, se sentaba pacientemente y esperaba. Eso me rompió el corazón, porque mostraba una nobleza inexplicable”. Este gesto de gratitud y confianza abrió una puerta de conexión entre ambas, un vínculo que se reforzaba cada día con pequeñas muestras de afecto y cuidado mutuo.

Hoy, Kira Rizada es la personificación de la resiliencia. Ha dejado atrás el dolor y el abandono, y se ha convertido en una perra lista para ser el corazón de una familia amorosa. Su carácter incondicional y su dulzura infinita la hacen ideal para convivir con niños, otros animales y cualquier hogar dispuesto a darle una segunda oportunidad. Su elegancia no solo radica en su pelaje castaño brillante, sino en la serenidad y amor que emana con cada movimiento.

Kira está lista para escribir un nuevo capítulo en su vida. Su historia no es solo una crónica de supervivencia, sino una celebración del poder transformador del amor y la compasión. Su pasado la hizo fuerte, pero es su futuro el que promete estar lleno de amor y felicidad. Kira no solo sobrevivió: floreció para recordarnos que siempre hay espacio para la esperanza.