#Miércolesdeseguimiento
En las instalaciones de la Unidad de Cuidado Animal, entre ladridos de esperanza y colas que se agitan con ilusión, vive Benji. Un perro geronte de siete años, de mirada profunda y espeso pelaje, que alguna vez fue el escudo protector de su familia. Llegó hace tres años junto con su manada, los Carmona, rescatados de una vida de abandono. Juntos aprendieron a sobrevivir, a resistir, a aferrarse a la vida. Pero con el tiempo, uno a uno fue encontrando un hogar… y ahora solo queda él.
Benji no era un perro fácil. Con su instinto protector a flor de piel, desconfiaba del contacto humano. No se dejaba tocar, gruñía si alguien intentaba acercarse a su comida, erguía su cuerpo fuerte y robusto como una muralla impenetrable. Pero el amor es paciente, y el equipo de comportamiento lo sabía. Con juegos, con paciencia, con respeto, Benji empezó a ceder. Aprendió que las manos que se acercaban no venían a arrebatarle nada, sino a ofrecerle caricias. Descubrió que los humanos no siempre significaban peligro, que también podían ser compañía, afecto, hogar.
Hoy, Benji está listo para dar el siguiente paso: encontrar una familia que entienda que el amor no siempre es inmediato, pero cuando florece, es infinito. Necesita un hogar donde lo dejen ser, donde lo acompañen con tranquilidad, donde no lo obliguen a juegos bruscos ni caricias invasivas, porque a su edad prefiere la calma de una camita tibia y la certeza de que, después de tanto esperar, finalmente pertenece a un lugar.
Si su vida tuviera una palabra, sería resiliencia. Porque Benji ha aprendido a confiar, a soltar el miedo, a abrir el corazón. Y ahora solo espera a alguien dispuesto a abrirle el suyo.
¡En Bogotá mi Ciudad mi Casa protegemos a los animales!